Ángeles Ruiz de Velasco Gálvez y Javier Abad Molina

Las culturas crean imágenes que se convierten en su propio imaginario (Fernando Broncano).

100 Jahre. Hans-Peter Feldmann (2001). Colección MACBA. Fotografía: Fernando Alvira

100 retratos, cien historias de vida

El siguiente proyecto está inspirado en la obra “100 Jahre” (100 años) del artista contemporáneo alemán Hans Peter Feldmann, compuesta por 101 retratos de personas de su entorno afectivo con edades comprendidas entre las ocho semanas y los cien años. Cada imagen muestra a alguien con su propia historia (igual y diferente), y a la vez, todas juntas representan una idea común que es la percepción del paso del tiempo, de manera que el sentido narrativo que las conecta es el formar parte de una secuencia numérica ordenada en la que la presencia del conjunto de fotografías es necesaria para la interpretación total de su significado colectivo. Los 101 retratos se organizan siguiendo el estilo de un álbum familiar en el que el orden cronológico define la disposición espacial en la sucesión de las imágenes. La ubicación física traspasa los límites de ese álbum doméstico, para situarse en la dimensión lineal de una pared que simbólicamente expresa así un recorrido, no solo a través de una noción temporal sino también mediante la visibilidad de su extensión longitudinal en el gran espacio expositivo.

100 años es pues, la historia de un siglo mediante el relato de diferentes vidas que invita al espectador a sentirse parte integrante del mismo, cruzando por el transcurrir de su propio tiempo (pasado, presente y futuro), o por la identificación con la persona que representa su misma edad, comparando las huellas de la temporalidad. Cada retrato es una historia en singular que es posible adivinar, pues su capacidad expresiva produce el efecto de transformar el pensamiento y alma del contemplador, sugerir nuevas imágenes o correlaciones entre ellas: un momento de la vida que se abre al nosotros como un mundo por descubrir y un relato compartido que nos recuerda el principio y también, nos desvela el final.

Conectarse con la comunidad referente

Fotografías: estudiantes del CSEU La Salle. Maquetación: Jorge Polo.

Se propone a los estudiantes del Grado de Educación Infantil y Primaria realizar un proyecto similar, inspirado en la posibilidad de hacer aquello que les implica desde la agencia y la emoción (y no desde la pasividad y la imposición). La intención es generar el sentimiento de ser sujetos agentes en la construcción de ese relato comunitario, mediante una narración visual con retratos de personas de distintas edades que forman parte importante de sus vidas. Así, hablar de nosotros (o de quienes somos en la relación con otros) a través de las imágenes puede acercar a los estudiantes a una noción de la cultura visual contemporánea que les interpele como participantes de acciones performativas plenas de sentido. No se trata pues de expresar sentimientos mediante un conjunto de fotografías, sino de hacer juntos por algo y con alguien, ya que el fin último del relato visual pretende crear una reflexión sobre el poder de las imágenes para conectarnos en la representación de otras realidades imaginadas y otras vidas posibles que discurren junto a la nuestra. Para concretar el proyecto, cada estudiante aporta un retrato contextualizado (en el propio hogar, entorno laboral o lugar de preferencia) de una persona entre 0 y 100 años, familiar o amistad, acompañado de un breve texto que incluye su nombre, edad y algunos rasgos identitarios hasta completar, entre todos, la pertenencia a una historia común (la buena organización del grupo, para no repetir una misma edad, es todo un reto a conseguir). Como un “vanitas” contemporáneo (elemento simbólico en las obras de arte que recuerda la efimeridad de la existencia), un ramo de flores contempla mudo la colección de imágenes para acompasar el latido del tiempo.

La línea de la vida en la escuela

Fotografía y proyecto: Javier Abad

La misma propuesta puede realizarse también en el contexto escolar implicando a toda la comunidad educativa como participantes e interpretantes proactivos. Así, una sencilla línea en la pared de un pasillo o lugar de tránsito en la escuela, puede ser el soporte posible para ofrecer visibilidad a esa cultura comunitaria basada en la participación y la inclusión. A través de unos hitos o marcas en ese recorrido lineal (de 0 a 100 años y más allá), las personas que concurren en la escuela (equipo educativo, niñas y niños y familias), regalan una imagen que les identifica y que es situada en su edad correspondiente sobre la “línea de la vida”. Como metáfora del transcurrir del tiempo y para significar artísticamente el proyecto, los diferentes tramos de edades se acompañan de imágenes del ciclo del agua que se inicia en una nube (0-1), la lluvia (1-2), el nacimiento de un arroyo (2-3), el riachuelo (3-6), el río (6-25)… hasta llegar a su desembocadura en el mar y regreso a la nube (100 años) como reinicio del proceso: una imagen fija y en continuo movimiento que expresa la pertenencia a un relato compartido.

Este artículo fue publicado en la revista Aula de Infantil, nª 98, marzo 2019.

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